Refugio de LIZARA y al fondo el BISAURÍN
La marcha se inició el viernes por la tarde desde Bilbao. El grupo
formado por José Antonio, Carlos, Jon, Aitor e Iñaki, se acercaron hasta
el refugio de Asolaze -al lado de Isaba- para no madrugar el sábado.
El resto del grupo salió de Burgos –Roberto, Tete y Mariano- y de Frías
–Fiz, Cañuti y Rafa- sobre las 7 de la mañana para acercarse al refugio
de Lízara en el valle de Hecho, lugar del inicio al Bisaurín. Según
todas las previsiones íbamos a tener un día de lluvia, con tormentas.
El domingo mejoraba, decía la previsión.
Sobre las 10,40 horas estaban en el aparcamiento del refugio los de
Bilbao y los de Frías. No así los de Burgos, que se habían ido hasta
el final del valle de Hecho, sin tomar la desviación oportuna para el
refugio. Como no teníamos cobertura en el refugio, sobre las 11h iniciamos
la marcha por el camino previsto siguiendo las marcas rojas del GR,
y a los diez minutos ya pudimos contactar con los de Burgos que, habiéndose
dado cuenta del error, volvían hacia Lízara. Comenzó a llover suavemente
y por el camino, bastante embarrado, fuimos ascendiendo hasta el collado
de Foratón, donde hicimos un pequeño descanso para reponer fuerzas (1h
15´). Desde allí contemplábamos el senda hasta la cumbre, una pala de
650 metros de desnivel, con su pedrera correspondiente, bastante exigente,
y en algún sitio con peligro de caída de piedras por los montañeros
precedentes.
En la subida dejó de llover y, cada uno a su ritmo, fuimos llegando
a la cumbre (2h 30´ y 2.654 m), preciosa por su posición
aislada y predominante en la zona, con vistas impresionantes; aunque
el fuerte viento, el frío y el cielo encapotado no nos dejaron
disfrutar mucho tiempo de ellas. De los de Burgos, ni señal.
Atendiendo la sugerencia de un montañero que estaba con nosotros en
la cumbre, comenzamos la bajada por el lado contrario al de subida,
por las Fajas de Fetas, y salvo una corta canal que tuvimos que descender
con precaución, la senda era cómoda y espectacular siguiendo el curso
de un valle glaciar. En el collado Bastés (2.531 m), a cubierto del
viento, paramos para almorzar. Y en esa labor estábamos cuando emergió
la silueta de Tete, cabeza de l grupo de Burgos, que subía por este
lado. Vamos, que no dieron ni una sobre lo previsto. Comimos todos juntos
y todos descendimos por la Plana Mistresa, siguiendo el curso del arroyo
Osío. Hicimos una corta parada junto a un refugio forestal, y tras dejar
a nuestra derecha el refugio Napazal, llegamos al aparcamiento sobre
las 4 de la tarde.
Total, 6 horas y final de la primera etapa. La cumbre del Bisaurín
para los de Burgos, en otra ocasión.
Utilizamos la tarde en ir al camping de Asolaze, 6 kilómetros
arriba de Isaba, atravesando los valles de Hecho y Ansó para
llegar al del Roncal, lugar donde está el camping. La cena muy
buena, y dormimos bien, sin grandes aspavientos de los roncadores.
La mañana del domingo, a las 8 h, diana y desayuno para afrontar la
segunda parte del trazado previsto. Sin prisas, nos acercamos al collado
Ernaz, junto a la Piedra de San Martín, y aparcamos lo coches en el
inicio de la zona francesa. De allí sale una senda camino del Arlás
y el Aníe, este último, objetivo principal de nuestra marcha. Son las
10h. El camino, suave y cómodo. El día soleado y sin agobios de calor:
la mañana perfecta.
Cuando llegamos a la falda del Arlás, lo bordeamos por la derecha, por
su parte sur, y Jon –que anteriormente ya había hecho el Aníe, pero
no el Arlás- se dispuso a subirlo, mientras nosotros seguíamos nuestro
acercamiento y comenzaron las incómodas zonas de lapiaz que, en continuo
sube y baja, saltando de piedra en piedra, nos metieron en escasas dos
horas bajo la espléndida pirámide del Aníe. Poco antes nos había alcanzado
Yon. Ahora solo faltaba subir la arista final, mucho mas cómoda de lo
que parecía a primera vista, hasta llegar a la cima, bien poblada por
cierto de montañeros españoles y gabachos. Las vistas impresionantes
y perfectas por el día soleado (2.507m y 2h 30´): Por el sur, la Mesa
de los Tres Reyes parecía estar a un paso. Y el gris claro de sus rocas
contrastaba con el verde de los valles franceses en la zona norte
La bajada, a pesar del cansancio, se nos antojó más liviana, sobre todo
la zona rocosa de lapiaz; aunque no sería ajeno el hecho del almuerzo
que nos metimos al comienzo de la misma. Sobre las 3h 30´ llegamos al
aparcamiento y nos preparamos para realizar un camino de vuelta tranquilo
y sin incidentes. Alrededor de las 8 estábamos en nuestro punto de partida,
felices por haber disfrutado de un espléndido fin de semana de montaña,
a pesar de las amenazas del tiempo.
Otra más para contar. Y hasta la próxima.